Ecotropía (Barcelona). El día de mañana ilustró, el pasado verano, la influencia del océano sobre el cambio climático, como un elemento clave que determina si los cambios del balance energético en la atmósfera producidos por las variaciones de las concentraciones de los gases efecto invernadero pueden conllevar un cambio relativamente rápido en la circulación oceánica, lo cual induciría, a su vez, cambios en las condiciones climáticas más rápidos de lo que tradicionalmente se había pensado.
Sin embargo, hay otro aspecto que ha sido poco estudiado en relación con los océanos y es el que se refiere a la biodiversidad y a la respuesta de los ecosistemas marinos a los eventuales cambios del clima. Hasta ahora se ha estudiado poco la respuesta de la fauna abisal a las fluctuaciones climáticas. Aparentemente, parecería lógico que dada la inercia térmica de los océanos y las prácticamente inexistentes corrientes verticales de agua a nivel global, los organismos del fondo marino no estuvieran sometidos a las fluctuaciones climáticas que se dan en la superficie, o al menos, que las perturbaciones quedaran muy amortiguadas. Sin embargo, en la revista Science del 24 de julio de este año se publica un artículo en el que se informa del trabajo llevado a cabo por Henry A. Ruhl y Kenneth L. Smith de la Institución Scripps de Oceanografía en California (Science 305, 513-515, 2004) donde, aparentemente, se muestra que las poblaciones de determinadas especies de organismos que viven a unos 4000 metros de profundidad, en el Pacífico, sienten las condiciones climáticas reinantes en su superficie.
Los investigadores han analizado los materiales recuperados de trampas de sedimento y han fotografiado las especies marinas presentes en la zona de estudio. Esencialmente, el trabajo muestra cómo los 4 km de agua no «protegen» a los organismos abisales de las fluctuaciones que se dan en el clima de la superficie, que se manifiestan a través de la caída de materia orgánica, como plancton muerto o muriéndose, y de excrementos. El trabajo analiza el comportamiento de diversas especies de «pepino» marino. (En las profundidades analizadas este organismo es el rey.) Su dieta, se basa, precisamente, en la materia orgánica anteriormente mencionada, que cae de la superficie. Lo que los investigadores americanos han descubierto es, pues, que los cambios de las aportaciones de materia orgánica propiciadas por las condiciones en la superficie influencian a las poblaciones de las distintas comunidades de estos organismos.
En las medidas realizadas, los investigadores han visto una marcada tendencia en la estructura de la comunidad de la megafauna epibéntica dominante síncrona con la evolución de los episodios de El Niño/La Niña, durante el período 1989-2002. Así, la especie Elpidia minutissima aumentó abundantemente durante el período 1989-1996, para decrecer marcadamente en el período 1999-2000 hasta, prácticamente desaparecer, entre 2001 y 2002. Otra especie, Peniagone vitrea, mostró un comportamiento parecido. En contraste, otros organismos como Abyssocucumis abyssorum, Scotoplanes globosa, Psychropotes longicauda, etc., durante la mayor parte del período estudiado, aparecieron en concentraciones pequeñas mientras que su población creció abundantemente durante el período 2001-2002.
Dicho estudio parece aportar una evidencia de cambios en la fauna de las comunidades abisales que se correlaciona con las condiciones climáticas asociadas a las variaciones climáticas dominantes en la superficie. Como todas las medidas climáticas, disponer de series largas es un requisito esencial y, por lo tanto, no puede afirmarse si puede establecerse una relación con la evolución de las comunidades bentónicas y los cambios del clima de origen antrópico.
Misterios de los abismos
Sin embargo, hay otro aspecto que ha sido poco estudiado en relación con los océanos y es el que se refiere a la biodiversidad y a la respuesta de los ecosistemas marinos a los eventuales cambios del clima. Hasta ahora se ha estudiado poco la respuesta de la fauna abisal a las fluctuaciones climáticas. Aparentemente, parecería lógico que dada la inercia térmica de los océanos y las prácticamente inexistentes corrientes verticales de agua a nivel global, los organismos del fondo marino no estuvieran sometidos a las fluctuaciones climáticas que se dan en la superficie, o al menos, que las perturbaciones quedaran muy amortiguadas. Sin embargo, en la revista Science del 24 de julio de este año se publica un artículo en el que se informa del trabajo llevado a cabo por Henry A. Ruhl y Kenneth L. Smith de la Institución Scripps de Oceanografía en California (Science 305, 513-515, 2004) donde, aparentemente, se muestra que las poblaciones de determinadas especies de organismos que viven a unos 4000 metros de profundidad, en el Pacífico, sienten las condiciones climáticas reinantes en su superficie.
Los investigadores han analizado los materiales recuperados de trampas de sedimento y han fotografiado las especies marinas presentes en la zona de estudio. Esencialmente, el trabajo muestra cómo los 4 km de agua no «protegen» a los organismos abisales de las fluctuaciones que se dan en el clima de la superficie, que se manifiestan a través de la caída de materia orgánica, como plancton muerto o muriéndose, y de excrementos. El trabajo analiza el comportamiento de diversas especies de «pepino» marino. (En las profundidades analizadas este organismo es el rey.) Su dieta, se basa, precisamente, en la materia orgánica anteriormente mencionada, que cae de la superficie. Lo que los investigadores americanos han descubierto es, pues, que los cambios de las aportaciones de materia orgánica propiciadas por las condiciones en la superficie influencian a las poblaciones de las distintas comunidades de estos organismos.
En las medidas realizadas, los investigadores han visto una marcada tendencia en la estructura de la comunidad de la megafauna epibéntica dominante síncrona con la evolución de los episodios de El Niño/La Niña, durante el período 1989-2002. Así, la especie Elpidia minutissima aumentó abundantemente durante el período 1989-1996, para decrecer marcadamente en el período 1999-2000 hasta, prácticamente desaparecer, entre 2001 y 2002. Otra especie, Peniagone vitrea, mostró un comportamiento parecido. En contraste, otros organismos como Abyssocucumis abyssorum, Scotoplanes globosa, Psychropotes longicauda, etc., durante la mayor parte del período estudiado, aparecieron en concentraciones pequeñas mientras que su población creció abundantemente durante el período 2001-2002.
Dicho estudio parece aportar una evidencia de cambios en la fauna de las comunidades abisales que se correlaciona con las condiciones climáticas asociadas a las variaciones climáticas dominantes en la superficie. Como todas las medidas climáticas, disponer de series largas es un requisito esencial y, por lo tanto, no puede afirmarse si puede establecerse una relación con la evolución de las comunidades bentónicas y los cambios del clima de origen antrópico.
Misterios de los abismos
Este es el Kaiko, un robot submarino japonés que en 1995 quedó a un solo metro del récord mundial de profundidad registrado en 10,912 metros. |
Nuestro Planeta está cubierto en su mayoría por agua, existen precipicios en los océanos de gran profundidad, bajo nuestras aguas se esconden más misterios que en Marte ya que se tienen mucho más datos de este planeta que sobre los mares más profundos, existe más fauna que en la selva y más riqueza que en una mina de oro. Hasta el momento, ningún ser humano ha conseguido bajar a más de 11,000 metros de profundidad. Las temperaturas son bajísimas que sobrepasan los 0 grados centígrados, es una oscuridad absoluta y las presiones son altísimas, existen peces que tienen que soportar el peso de varias toneladas por cada centímetro cuadrado de su cuerpo.
Cuando aún vivía John F. Kennedy tenía serias dudas sobre si gastar su presupuesto de ciencia en colonizar la Luna o en el estudio de los fondos marinos. Al final, decidió enviar astronautas al lejano satélite, pero es evidente que sus asesores científicos sabían con claridad que debajo del océano se encuentra toda una maravilla por descubrir, un mundo tan fascinante y desconocido como el universo.
Ya todos sabemos que el sueño de conquistar la Luna se ha logrado, nuevamente parece retomar la ciencia la iniciativa de seguir investigando los misterios de los fondos marinos, el hombre ha volado, viajado al espacio y ha puesto más de 100 veces el pie sobre el monte más alto de la Tierra, incluso ha mandado robots más allá del sistema solar para conocer más. Sin embargo aún le falta descubrir que ocurre debajo del agua a grandes profundidades.
Japón, Estados Unidos y Francia ya han construido sus respectivos ingenios submarinos y han relanzado así una carrera de proporciones similares a la espacial. En 1960 se logró alcanzar los 10,912 metros de profundidad en la fosa de las marinas gracias al robot Trieste, esta cima se encuentra en el Pacífico Occidental, desde esa fecha su record no ha podido ser superado, en marzo de 1995, el robot japonés Kaiko se aproximo justo hasta los 10,911 metros de profundidad, pero no pudo seguir bajando, por lo que la marca del Trieste quedó intacta, Sin embargo el Kaiko nos pudo proporcionar las primeras imágenes de video en tiempo real de la flora y la fauna abisal y nos abrió la ventana a un fascinante mundo de proporciones inimaginables.
En el fondo del océano entre los 800 y 11000 metros de profundidad se encuentra uno de los paisajes más extraños del planeta. Un ecosistema marino determinado por las condiciones más extremas de presión y temperatura que no se encuentran en ningún otro lugar del globo terrestre. El bentos de los abismos acuáticos también conocido como bentos de la zona hadal o ultraabisal, es uno de los ejemplos más asombrosos de sobrevivencia de organismos; la escasa vida que se encuentra en estos lugares está sorprendentemente adaptada: A la presión, a la oscuridad, a la falta de oxígeno, a la escasez de víveres, a las bajas temperaturas que oscilan entre 5 y 1ºC. Por esto es genial encontrar algún tipo de vida en estas condiciones. Aunque el índice de la biomasa sea prácticamente cero, la vida existe en la zona hadal.
Aunque la vida no está totalmente ausente en esta zona, especies e individuos son allí infinitamente menos numerosos que en las demás regiones del mar y en los demás ecosistemas terrestres, como por ejemplo las pluviselvas, cuya biomasa triplica la de los abismos. Sin embargo a pesar de ser un ecosistema relativamente pequeño, sus aportes a la biodiversidad son significativos en cuanto a la variedad de especies presentes en él ya que muchos de los organismos que habitan estos abismos son únicos de ellos y no se encuentran presentes en ninguna otro región geográfica de la Tierra. ( en pocas palabras, son especies endémicas de los abismos marinos).
Cuando aún vivía John F. Kennedy tenía serias dudas sobre si gastar su presupuesto de ciencia en colonizar la Luna o en el estudio de los fondos marinos. Al final, decidió enviar astronautas al lejano satélite, pero es evidente que sus asesores científicos sabían con claridad que debajo del océano se encuentra toda una maravilla por descubrir, un mundo tan fascinante y desconocido como el universo.
Ya todos sabemos que el sueño de conquistar la Luna se ha logrado, nuevamente parece retomar la ciencia la iniciativa de seguir investigando los misterios de los fondos marinos, el hombre ha volado, viajado al espacio y ha puesto más de 100 veces el pie sobre el monte más alto de la Tierra, incluso ha mandado robots más allá del sistema solar para conocer más. Sin embargo aún le falta descubrir que ocurre debajo del agua a grandes profundidades.
Japón, Estados Unidos y Francia ya han construido sus respectivos ingenios submarinos y han relanzado así una carrera de proporciones similares a la espacial. En 1960 se logró alcanzar los 10,912 metros de profundidad en la fosa de las marinas gracias al robot Trieste, esta cima se encuentra en el Pacífico Occidental, desde esa fecha su record no ha podido ser superado, en marzo de 1995, el robot japonés Kaiko se aproximo justo hasta los 10,911 metros de profundidad, pero no pudo seguir bajando, por lo que la marca del Trieste quedó intacta, Sin embargo el Kaiko nos pudo proporcionar las primeras imágenes de video en tiempo real de la flora y la fauna abisal y nos abrió la ventana a un fascinante mundo de proporciones inimaginables.
En el fondo del océano entre los 800 y 11000 metros de profundidad se encuentra uno de los paisajes más extraños del planeta. Un ecosistema marino determinado por las condiciones más extremas de presión y temperatura que no se encuentran en ningún otro lugar del globo terrestre. El bentos de los abismos acuáticos también conocido como bentos de la zona hadal o ultraabisal, es uno de los ejemplos más asombrosos de sobrevivencia de organismos; la escasa vida que se encuentra en estos lugares está sorprendentemente adaptada: A la presión, a la oscuridad, a la falta de oxígeno, a la escasez de víveres, a las bajas temperaturas que oscilan entre 5 y 1ºC. Por esto es genial encontrar algún tipo de vida en estas condiciones. Aunque el índice de la biomasa sea prácticamente cero, la vida existe en la zona hadal.
Aunque la vida no está totalmente ausente en esta zona, especies e individuos son allí infinitamente menos numerosos que en las demás regiones del mar y en los demás ecosistemas terrestres, como por ejemplo las pluviselvas, cuya biomasa triplica la de los abismos. Sin embargo a pesar de ser un ecosistema relativamente pequeño, sus aportes a la biodiversidad son significativos en cuanto a la variedad de especies presentes en él ya que muchos de los organismos que habitan estos abismos son únicos de ellos y no se encuentran presentes en ninguna otro región geográfica de la Tierra. ( en pocas palabras, son especies endémicas de los abismos marinos).
Sin embargo para poder comprender estos fenómenos es importante conocer primero cuál es el significado de "bentos abisal". En general el bentos es el conjunto de aquellos animales y plantas asociados con el suelo marino; es decir, bentónicas son todas las especies que viven relación íntima con el fondo marino, éste como gran comunidad ecológica, se extiende en el mar desde la línea de rivera, hasta las más altas profundidades. La zona abisal es por lo tanto la zona bentónica de los abismos, más allá de la región arquibentónica. La frontera entre las zonas arquibentónica y abisal suele establecerse entre los 800 a 1000 metros de profundidad. El mar profundo constituye la más dilatada de todas las regiones de nuestro planeta líquido al cubrir cerca del 85% de lo que se conoce como cuencas oceánicas. Así los abismos son en general inmensas cuencas de fondo llano y fosas abisales, que forman las regiones más profundas del océano, entre los 1000 y los 11000 metros de profundidad
Aunque la vida no está totalmente ausente en las regiones abisales, especies e individuos son menos numerosos que en las otras regiones del mar gracias a las condiciones ambientales ya mencionadas: La zona abisal carece de luz solar y por lo tanto de algas; el factor principal que limita toda la vida abisal es, pues, el aporte de alimento forzosamente alóctono (proviene de otros lugares diferentes al lugar de vida). En estas condiciones se le da paso a la biomasa más abundante de los abismos:Las bacterias. Una parte de éstas son autótrofas quimiosintéticas, que cubren sus necesidades de carbono, a expensas del ion bicarbonato, oxidando amoniaco, hidrógeno, nitrito, metano o substancias inorgánicas.Las bacterias son prácticamente los únicos productores por debajo de la región iluminada. Otras bacterias, heterótrofas, se nutren a expensas de la masa orgánica disuelta que aporta el agua circulante, así como de toda clase de cadáveres y excresiones. La representación del mundo animal es mucho más amplia. Incluye variadas formas de rizópodos y una gran variedad de esponjas, entre las que son especialmente características las hexaltinélidas Entre los celentéreos se encuentran hidrozoos, como grandes pólipos solitarios, pennatularios y actinias. Se han encontrado 375 especies de equinodermos por debajo de los 2000 metros. Los briozoos abisales son raros, se encuentran algunos anélidos poliquetos y los braquiópodos se encuentran en un número muy notable. La mayor parte de cefalópodos de profundidad son batipelágicos. Hay artrópodos (crustáceos) y vertrebrados (peces) entre los cuales se encuentran el Barathronus, Benthobatis, etc. Estas formas animales se dividen entre los que se alimentan de presas vivas (depredadores), de residuos (detritívoros). Algunas formas viven en contacto con el fondo (bentos) y por lo tanto pueden ser ya sea excavadores, fijos, errantes o libres (o pelágicos).
Como respuesta al medio, estos organismos presentan las siguientes particularidades:
Aunque la vida no está totalmente ausente en las regiones abisales, especies e individuos son menos numerosos que en las otras regiones del mar gracias a las condiciones ambientales ya mencionadas: La zona abisal carece de luz solar y por lo tanto de algas; el factor principal que limita toda la vida abisal es, pues, el aporte de alimento forzosamente alóctono (proviene de otros lugares diferentes al lugar de vida). En estas condiciones se le da paso a la biomasa más abundante de los abismos:Las bacterias. Una parte de éstas son autótrofas quimiosintéticas, que cubren sus necesidades de carbono, a expensas del ion bicarbonato, oxidando amoniaco, hidrógeno, nitrito, metano o substancias inorgánicas.Las bacterias son prácticamente los únicos productores por debajo de la región iluminada. Otras bacterias, heterótrofas, se nutren a expensas de la masa orgánica disuelta que aporta el agua circulante, así como de toda clase de cadáveres y excresiones. La representación del mundo animal es mucho más amplia. Incluye variadas formas de rizópodos y una gran variedad de esponjas, entre las que son especialmente características las hexaltinélidas Entre los celentéreos se encuentran hidrozoos, como grandes pólipos solitarios, pennatularios y actinias. Se han encontrado 375 especies de equinodermos por debajo de los 2000 metros. Los briozoos abisales son raros, se encuentran algunos anélidos poliquetos y los braquiópodos se encuentran en un número muy notable. La mayor parte de cefalópodos de profundidad son batipelágicos. Hay artrópodos (crustáceos) y vertrebrados (peces) entre los cuales se encuentran el Barathronus, Benthobatis, etc. Estas formas animales se dividen entre los que se alimentan de presas vivas (depredadores), de residuos (detritívoros). Algunas formas viven en contacto con el fondo (bentos) y por lo tanto pueden ser ya sea excavadores, fijos, errantes o libres (o pelágicos).
Como respuesta al medio, estos organismos presentan las siguientes particularidades:
Cuando no hay luz, es preciso recurrir a todo tipo de trucos para comer. Lo mejor es atraer a las presas justo a la altura de la boca, como hace este Cauluphryne jordani con su antena. |
º La ausencia de luz lleva consigo la atrofia general de los órganos de la visión, compensada por un alargamiento de los órganos táctiles, por lo cual se han observado crustáceos cuyas antenas alcanzan longitudes desmesuradas.
º Por otro lado la ausencia de luz es la posible causante de la producción de luz orgánica (bioluminiscencia) aunque este fenómeno se le atribuye también a la luciferina. La bioluminiscencia tiene como función la atracción de presas, así por ejemplo el Melanoccetus murrayi , usa como cebo sus órganos luminosos.
º Otra característica se da entre tonos rosados y violeta y por lo general también se encuentran organismos con cuerpos transparentes. Esto se debe a que al ser absorbidas las ondas luminosas rojas en las capas superiores del océano, el disponer de una librea de esta coloración no representa ningún inconveniente, ya que se hace invisible al no haber ninguna radiación que reflejar.
º Es de suponer que el crecimiento de los seres abisales es lento y su vida muy larga, como consecuencia de la acción similar y acumulada de la escasez de sustento, del frío y de la presión. La escasez de alimento suspendido, exige un cambio en la reproducción de estos grupos que dan larvas planctónicas; sus representantes en la zona abisal pasan a producir menos huevos y cuidan por ende más a los mismos. Un ejemplo es el del erizo Aceste bellidífera, que cría sus hijos en una depresión dorsal de su caparazón, rodeada de espinas en forma de pluma.
º Otra de las características del abismo marino son las chimeneas de Geiseres, por las cuales viaja el agua hasta el corazón del planeta calentándose hasta los 400ºC En torno a estas calderas habitan colonias de gusanos hasta de 20 cm. de largo, que se han acomodado en estas aguas calientes y sulfurosas. Estos gusanos son organismos quimiosintéticos que absorben metano, compuesto letal para otras especies.
º La uniformidad de condiciones y lentitud de evolución se manifiestan en una menor diferenciación específica abisal, lo cual no se da en los ecosistemas terrestres (como la pluviselva), donde las condiciones del medio favorecen la rápida evolución y especiación, llevando así a un aumento de la diversidad y del número de especies en general, de 1400 en los abismos a un millón (aprox.) en las pluviselvas.
º Además, la biomasa abisal es débil con respecto a la de zonas horizontales: La primera de 22 a 56 gr/m3 entre los 200 y los 500 m, y de 9 a 26 gr/m3 de los 2000 a los 9000 m. La segunda de 165 a 346 gr/m3 . Como consecuencia de esto, "el bentos abisal es un mundo miniaturizado y mitigado. No hay manera de adivinar el número de especies presentes".
º La ausencia de luz lleva consigo la atrofia general de los órganos de la visión, compensada por un alargamiento de los órganos táctiles, por lo cual se han observado crustáceos cuyas antenas alcanzan longitudes desmesuradas.
º Por otro lado la ausencia de luz es la posible causante de la producción de luz orgánica (bioluminiscencia) aunque este fenómeno se le atribuye también a la luciferina. La bioluminiscencia tiene como función la atracción de presas, así por ejemplo el Melanoccetus murrayi , usa como cebo sus órganos luminosos.
º Otra característica se da entre tonos rosados y violeta y por lo general también se encuentran organismos con cuerpos transparentes. Esto se debe a que al ser absorbidas las ondas luminosas rojas en las capas superiores del océano, el disponer de una librea de esta coloración no representa ningún inconveniente, ya que se hace invisible al no haber ninguna radiación que reflejar.
º Es de suponer que el crecimiento de los seres abisales es lento y su vida muy larga, como consecuencia de la acción similar y acumulada de la escasez de sustento, del frío y de la presión. La escasez de alimento suspendido, exige un cambio en la reproducción de estos grupos que dan larvas planctónicas; sus representantes en la zona abisal pasan a producir menos huevos y cuidan por ende más a los mismos. Un ejemplo es el del erizo Aceste bellidífera, que cría sus hijos en una depresión dorsal de su caparazón, rodeada de espinas en forma de pluma.
º Otra de las características del abismo marino son las chimeneas de Geiseres, por las cuales viaja el agua hasta el corazón del planeta calentándose hasta los 400ºC En torno a estas calderas habitan colonias de gusanos hasta de 20 cm. de largo, que se han acomodado en estas aguas calientes y sulfurosas. Estos gusanos son organismos quimiosintéticos que absorben metano, compuesto letal para otras especies.
º La uniformidad de condiciones y lentitud de evolución se manifiestan en una menor diferenciación específica abisal, lo cual no se da en los ecosistemas terrestres (como la pluviselva), donde las condiciones del medio favorecen la rápida evolución y especiación, llevando así a un aumento de la diversidad y del número de especies en general, de 1400 en los abismos a un millón (aprox.) en las pluviselvas.
º Además, la biomasa abisal es débil con respecto a la de zonas horizontales: La primera de 22 a 56 gr/m3 entre los 200 y los 500 m, y de 9 a 26 gr/m3 de los 2000 a los 9000 m. La segunda de 165 a 346 gr/m3 . Como consecuencia de esto, "el bentos abisal es un mundo miniaturizado y mitigado. No hay manera de adivinar el número de especies presentes".
Cuando no hay luz, es preciso recurrir a todo tipo de trucos para comer. Lo mejor es atraer a las presas justo a la altura de la boca, como hace este Cauluphryne jordani con su antena. |
Los camarones se encuentran frecuentemente a grandes profundidades. Los que viven de 4 500 a 6000 metros abajo de la superficie del mar no son de aspecto muy diferente a los que llegan a nuestras mesas, a excepción de que son más grandes, hasta de 30 centímetros de largo, y a veces de color más vivo.
El camarón rojo de las profundidades, llamado Acantephira, lanza una sustancia bioluminiscente a través de sus glándulas situadas a los lados de la boca, con la que atrae a sus presas para capturarlas. Otro notable camarón de los abismos, el Sergestes de color escarlata, lleva una larga antena gruesa, flexible como látigo, en la punta semejando una caña de pescar. De esta antena salen muchos ganchos curvos hacia adelante, capturan a sus presas y las jalan luego hasta que quedan al alcance de sus terribles pinzas.
Entre los equinodermos, las holoturias o pepinos de mar de los grandes fondos son muy distintas y extrañas unas de otras; presentan muchos apéndices y prolongaciones que hacen que apenas se reconozcan, pero todas ellas, dentro de esta gran diversidad, tienen como rasgo común la existencia de una superficie ventral plana que les permite deslizarse suavemente por el fondo sin hundirse.
Las estrellas de mar se han visto a profundidades de 4 000 metros, conociéndose unas 2 000 especies; los individuos comúnmente tienen cinco brazos, sin embargo, también los hay con 6, 12 y aun 50 brazos; varían de tamaño desde 2.5 centímetros de diámetro hasta varios metros.
Los ofiúridos o bailarinas de mar abundan en los fondos oceánicos y las cámaras fotográficas han revelado grandes masas de ellas en las profundidades, con sus brazos semejantes a culebras entrelazadas, de tal modo que forman una sola y gruesa masa. Se han encontrado hasta 500 de ellas por metro cuadrado y son tan frágiles que es muy difícil atraparlas con redes, ya que muchos centenares se rompen y desaparecen por las mallas de las redes antes de llegar a la superficie.
Los erizos de mar de las profundidades presentan glándulas cuya picadura puede ser mortal. Otro tipo de equinodermo es el lirio de mar o crinoideo, criaturas de largo tallo con una corona de cinco "hojas" semejantes a plumas en su extremo. Son los primeros fósiles vivientes dragados del mar; actualmente sus esqueletos fosilizados forman una masa de piedra caliza de 60 a 150 metros de espesor.
Se creía que estos lirios de mar se habían extinguido hasta que en 1850 el pastor noruego Michael Sars sorprendió al mundo científico con algunos ejemplares vivos. Se han encontrado a profundidades hasta de 8 200 metros y actualmente se conocen unas 800 especies.
El camarón rojo de las profundidades, llamado Acantephira, lanza una sustancia bioluminiscente a través de sus glándulas situadas a los lados de la boca, con la que atrae a sus presas para capturarlas. Otro notable camarón de los abismos, el Sergestes de color escarlata, lleva una larga antena gruesa, flexible como látigo, en la punta semejando una caña de pescar. De esta antena salen muchos ganchos curvos hacia adelante, capturan a sus presas y las jalan luego hasta que quedan al alcance de sus terribles pinzas.
Entre los equinodermos, las holoturias o pepinos de mar de los grandes fondos son muy distintas y extrañas unas de otras; presentan muchos apéndices y prolongaciones que hacen que apenas se reconozcan, pero todas ellas, dentro de esta gran diversidad, tienen como rasgo común la existencia de una superficie ventral plana que les permite deslizarse suavemente por el fondo sin hundirse.
Las estrellas de mar se han visto a profundidades de 4 000 metros, conociéndose unas 2 000 especies; los individuos comúnmente tienen cinco brazos, sin embargo, también los hay con 6, 12 y aun 50 brazos; varían de tamaño desde 2.5 centímetros de diámetro hasta varios metros.
Los ofiúridos o bailarinas de mar abundan en los fondos oceánicos y las cámaras fotográficas han revelado grandes masas de ellas en las profundidades, con sus brazos semejantes a culebras entrelazadas, de tal modo que forman una sola y gruesa masa. Se han encontrado hasta 500 de ellas por metro cuadrado y son tan frágiles que es muy difícil atraparlas con redes, ya que muchos centenares se rompen y desaparecen por las mallas de las redes antes de llegar a la superficie.
Los erizos de mar de las profundidades presentan glándulas cuya picadura puede ser mortal. Otro tipo de equinodermo es el lirio de mar o crinoideo, criaturas de largo tallo con una corona de cinco "hojas" semejantes a plumas en su extremo. Son los primeros fósiles vivientes dragados del mar; actualmente sus esqueletos fosilizados forman una masa de piedra caliza de 60 a 150 metros de espesor.
Se creía que estos lirios de mar se habían extinguido hasta que en 1850 el pastor noruego Michael Sars sorprendió al mundo científico con algunos ejemplares vivos. Se han encontrado a profundidades hasta de 8 200 metros y actualmente se conocen unas 800 especies.
EES
Sánchez León Wilmer
19359301
Sánchez León Wilmer
19359301
Seccion 1
Fuente: http://www.biotech.bioetica.org/ap2.htm
Fuente: http://www.biotech.bioetica.org/ap2.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario